miércoles, 24 de abril de 2013





MARIA BARBANCHO



Por tus palabras te conocerán y por tus silencios te admirarán





María Barbancho nació en Barcelona en el año 1965. Desde su infancia sintió la pasión por escribir, que como le gusta decir, nació con ella. Con 13 años escribió su primera novela, que conserva con cariño y confiesa que nunca publicará, al igual que otros escritos, poemas que solo conocen su familia y amigos más íntimos. Para María, escribir es encontrarse con ella misma, una vía para dejar volar la imaginación y desnudar su alma con la ayuda de sus personajes, que confiesa, cuando está escribiendo le acompañan allá donde vaya.

María no teme expresar, a través de sus escritos, su visión de la vida y el mundo, su concepto sobre el ser humano y sus actos, o deseos que a veces callamos. Esa inquietud le llevó a escribir "La hoguera del odio" Una novela que le llevó años de documentación y trabajo y que animada por sus lectores terminó publicando. Es una novela llena de fuerza y sentimientos, que nos traslada con una absoluta realidad a la terrible época del nazismo.


Sin duda, María Barbancho es una autora a seguir, una mujer enérgica, luchadora, una devoradora de libros, amante de la historia, colaboradora en el programa "La ciutad" en Onda cero, con Albert Lesan, creadora de la página Devorah libros y el blog El baúl de María-novitiiscribaes, donde nos acerca cada semana al mundo de la literatura. 

Hoy nos regala el primer capítulo de su novela, Eva's de la A a la Z. Una excelente recopilación de relatos independientes con un nexo común. Todas hablan sobre y de mujeres y son fruto de distintas épocas de su vida y de las mujeres que en ella se han cruzado.

Veintinueve relatos, que como indica el título, abarcan las 27 letras del abecedario español más los dígrafos Ch y Ll, donde cada uno de ellos retrata una experiencia, una situación, un deseo, un sueño, un miedo… de una mujer distinta o de muchas mujeres sumadas en una… Mujeres surgidas de la imaginación de la autora y que son el fruto de esas mujeres que ha ido conociendo en el camino de su vida, mujeres con una historia que contar y que ella ha reunido para convertirlas en relatos. Mujeres, las que nos hablan en esta novela, en las que podemos vernos reflejadas como en un espejo, sentirnos identificadas con lo que nos cuentan, pues todas ellas tienen una característica muy particular y es que son absolutamente anónimas. La autora no les ha dado nombre, ni tampoco las describe físicamente, pero sí desnuda sus almas. Por esa razón, las mujeres de «Evas’s , de la A a la Z», pueden ser altas, bajas, gordas, flacas, morenas, rubias, pelirrojas, casadas, solteras, jóvenes, maduras, ancianas…, podemos ser, cualquiera de nosotras, y eso, es lo que hace de esta novela, una novela diferente. Unos relatos intensos y bellamente ilustrados por la pintora Silvia Art'disoni.

«Evas’s , de la A a la Z», es una novela escrita por una mujer, que habla de mujeres pero muy aconsejable para la lectura masculina, pues su autora, María Barbancho, con esta novela tan íntima, tan personal, ha buceado hasta los confines de esos océanos que son el corazón y el pensamiento femeninos, para mostrar por primera vez, ese lado menos conocido y más incomprendido de la mujer.  

Una novela que, desde hoy y cada jueves podréis seguir desde aquí.

Disfrutad de la lectura.





                                       EVA´S  de la A a la Z      
                                           María Barbancho                                   


                                        




GÉNESIS-Capítulo 2

Creación de la mujer


«El Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le daré una ayuda apropiada...» 2-18

«Y el Señor Dios, formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, ya que el nombre que él les diera, ése sería su nombre» 2-19

«El hombre impuso nombre a todos los ganados, a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo, pero para sí mismo no encontró una ayuda apropiada» 2-20

«Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo, y mientras dormía le quitó una de sus costillas, poniendo carne en su lugar» 2-21

«.De la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre…» 2-22

«…el cual exclamó: Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre» 2-23

«…Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y son los dos una sola carne» 2-24

«Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse uno del otro» 2-25



                                  
Evas’s
Ausencia…







Ilustración de Silvia Art'disoni






Cada día me es más difícil levantarme de la cama. Cada día me pesan más los párpados… Pero sobre todo, cada día me pesa más el alma. Cada día, cuando el chirriante sonido del despertador desgarra el silencio de mi dormitorio arrancándome del abrigo del sueño, el único lugar, donde de momento, hallo paz, una paz engañosa, una paz ficticia, la paz onírica, pero paz al fin y al cabo, la paz que cada noche me abre las puertas para acogerme como a una refugiada, una fugitiva de mis propios demonios, una prófuga de la vida, una evadida de la realidad, maldigo continuar viva. Abrir los ojos y toparme con la amarga realidad de mi existencia, es como un castigo, una penitencia por ignoro qué pecados, que parece no tener fin. Por eso, cada día, tengo menos fuerzas para subir la persiana y que la luz de la mañana me abofetee el rostro recordándome que un nuevo día acaba de despertar, cuando yo en realidad, sólo deseo continuar durmiendo, dormir para no vivir. Cada día, cuando camino hasta el baño, mis pies se arrastran por la moqueta del suelo sin ganas, guiados por la mera inercia de los movimientos automáticos enviados por el cerebro, un cerebro cada día más en blanco y menos gris. El blanco del olvido, de la desmemoria, del no desear recordar… ¿Para qué…? ¿De qué sirven los recuerdos…? A mí, para nada. Y es que recordar, me hace daño, me lastima, me despedaza el alma y ahoga mi espíritu. Recordar no es bueno, no para mí. Recordar es abocar vinagre en mis heridas abiertas, clavarme espinas en mi corazón sangrante. Recordar es aceptar que estoy sola, que te fuiste hace mucho tiempo, todo el que llevo viviendo sin vivir, viviendo pero deseando morir. Aunque para estar muerta, sólo tengo que dejar de respirar; eso es lo que me diferencia de un cadáver, que sigo respirando. Porque desde aquella noche lluviosa, cuando el cielo se desgarró en deslumbrantes relámpagos y aquel camión descontrolado te engulló bajo sus fauces, mi vida se fue con la tuya. Y ahora, mientras el agua caliente cae sobre mí, como cada día, me apoyo en la pared, me dejo caer en la bañera y desnuda, abrazándome porque ya no están tus brazos para abrazarme, lloro, lloro y lloro… Lloro sin parar, buscando hallar un consuelo que no encuentro porque mi consuelo eras tú, tus besos, tu risa, tus abrazos, tus susurros en mi oído, tu olor, tu presencia… Tú y sólo tú, eras mi consuelo y mi amor… Mi gran amor. Por eso, lloro todos los días y no dejaré de llorar, la amargura que es mi vida sin vida desde que tú no estás.

Aún así, cada día me levanto y me enfrento al mundo, un mundo menos hermoso para mí, menos interesante, un mundo que gira a lo suyo y donde yo giro a lo mío. Aunque lo mío sea un mundo propio, un mundo oscuro, lúgubre, embriagado de tristeza y desconsuelo, y que de vez en cuando y obligado, esboza una sonrisa forzada, de circunstancias, al resto del otro mundo, aparentando así, girar en la misma dirección que ellos. Y cada día, resisto y emprendo la titánica tarea de integrarme en ese otro mundo al que aún pertenezco pero del que no formo parte por haberme exiliado voluntariamente a la isla de la soledad. Y lo hago por ti, por tu recuerdo, ese recuerdo de esos recuerdos que no quiero recordar, pero que sin desearlo recuerdo. Porque sé que así tú lo desearías, lo deseas allá donde estés, que ignoro donde será, pero sé que no es aquí, conmigo. Y seguiré levantándome cada día, aunque maldiga estar viva, aunque me abofetee la luz del sol, aunque caminar por la calle sea deslizarme por el mundo como si no existiera, aunque comer sea tragarme las amargas palabras que alguna vez te dije y que ahora son la bilis que corroe mi corazón, aunque cada noche, cuando la oscuridad que envuelve mi vida se hace más penetrante y la sintonía silenciosa que le acompaña más abrumadora, haciéndose más intensa tu ausencia, esa no presencia que sin embargo es tan presente para mí, seguiré apagando las luces, metiéndome en la cama y cerrando los ojos para dormir. Porque solo durmiendo, tu recuerdo no me hace daño. En sueños, tu recuerdo me hace feliz. Porque en sueños, te recuerdo como si estuvieras aquí.




Autora: Maria Barbancho
Ilustraciones:Silvia Art'disoni
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2 comentarios:

  1. ¡Gracias, Marisa! Gracias por tus palabras para conmigo y gracias por permitirme publicar mi novela en tu rincón literario... Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, María, es un lujo contar con tu novela en mi nuevo blog.
      Un fuerte abrazo.

      Marisa

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